Crónica de una muerte anunciada: el retorno de las percepciones en las importaciones generó ajustes del 10% en las listas de precios de abril

No es agradable publicar constantemente este tipo de notas, pero tampoco podemos estar ajenos a lo que sucede. La semana pasada anunciamos que la AFIP había suspendido un beneficio que existía en materia de comercio exterior, sobre todo para aquellos que tenían mucho crédito de IVA o una proyección de saldo a favor en Ganancias, en el que mediante un certificado de exclusión podían evitar el pago de las percepciones de estos dos impuestos en la liquidación de sus importaciones.

En realidad ese no es el problema, sino el plazo que deben esperar para poder computar esos impuestos en sus respectivas liquidaciones. Sobre todo la del IVA, que es recién a partir del noveno mes de pagada la percepción. En teoría la medida será hasta diciembre de este año, justo en un año en el que hay elecciones presidenciales y que existe la posibilidad, por el motivo que sea, de que haya un cambio de administración. Mientras tanto la recaudación crece un 26%, al menos en términos financieros.

Y la consecuencia de estas percepciones o, mejor dicho, de la forma en que están instrumentadas, tiene como resultado un traslado a prácticamente todas las listas de precios de motos en nuestro mercado, sobre todo aquellas que están expresadas en pesos y se ajustan mensualmente al ritmo de la inflación, ajuste al que se suma ahora el costo financiero de estas percepciones, que impactan directamente sobre el precio que paga el consumidor final.

¿Y por qué se preguntarán muchos? Bueno, porque si a vos te cobran una percepción hoy, que no es ni más ni menos que un pago a cuenta de un impuesto que se puede descargar, pero recién te dejan hacerlo dentro de 9 meses en un escenario donde la inflación mensual está por encima de los 6 puntos, claramente esa plata cuando la puedas recuperar va a valer mucho menos. Y ni el importador ni el concesionario va a querer absorber esa pérdida. Como tampoco debería impactar el precio del consumidor final. Pero la realidad es esta, y los importadores, del producto que sea, no pueden manejar la inflación, ni tan poco pueden oponerse a pagar la percepción. Y como cualquier otro costo que tenga dentro del giro de su negocio, lo va a trasladar al precio.

En conclusión, termina recibiendo el impacto el consumidor final.