En Motoblog participamos del segundo Poker Run: A Dos Bobbers

En la inauguración del local de Royal Enfield, allá por febrero de este año, nos cruzamos con nuestro amigo Arturo Oto Quintana, una vez más entre tantos otros eventos. Solo que aquella vez nos pusimos a charlar largo y tendido, y en el medio de la charla surgió una invitación al primer Poker Run que él estaba organizando. ¿Poker qué? le respondimos. Poker Run, pero no se preocupen porque no tienen que ser jugadores de poker.

El poker es solo una excusa para pasar un buen rato rodeado de gente que comparte la misma pasión y hacer una salida distinta con la moto. La primera edición estuvo un poco amenazada por la lluvia -luego de ese día no volvimos a subirnos a una moto como por un mes, porque no paró de llover- y para cuando el sol hizo su vuelta a este mundo, luego del diluvio universal, ya estábamos disfrutando de la segunda vuelta.

El evento, muy bien organizado y con muy buena onda, consiste en un tour con distintas paradas programadas y en cada una de ellas cada piloto va sacando una carta hasta tener armada la mano. La mejor mano de todas se lleva un premio, pero además hay sorteos y todos ligan algo -había de todo, camperas, cascos, gorras, remeras, vouchers con descuento, etc.-, salvo que te pase como a nosotros que una vez fuimos a un evento donde había 80 premios para repartir entre 82 participantes y no nos llevamos nada, pero esa es otra historia y, además, en este caso nos sumamos a la movida para cubrirla y que cada vez se sume más gente.

La inscripción era de 600 pesos, pero es prácticamente anecdótica comparado con todo lo que los participantes recibieron. Arrancó con un buen desayuno en MV Agusta y Motoplex San Isidro, donde los participantes se acreeditaban y recibían su primera carta. La segunda parada nos llevó hasta el kilómetro 50 de la Panamericana, el famoso edificio de las motos italianas, donde se encuentran los concesionarios Ducati y Motoplex Pilar para pasar un rato, ver las novedades de las marcas y tomar algún refrigerio.

En la calle Dardo Rocha, zona bien burrera, esperaba la siguiente posta con mucho olor a cuero en Die Verrück Heit para seguir pasándola muy bien con los participantes y que al mismo tiempo la gente se pudiera acercar a ver las motos en una especie de exhibición espontánea a cielo abierto con máquinas de todo tipo donde prevalecían las Harley-Davidson pero había absolutamente de todo. Para nosotros, al vedette de la salida fue una Yamaha Ténéré 600 de 1989 en impecables condiciones.

Para terminar, la mano de poker terminaba en Dean & Dennys de San Isidro, donde además de entregar el premio al ganador, hubo premios sorpresa para todos y un almuerzo completo con una buena hamburguesa bien completa. Como les dijimos antes, el costo de la inscripción era anecdótico.

Nosotros por nuestra parte y sabiendo un poco el look que iba a primar en este Poker Run, no quisimos quedarnos afuera y nos pareció una buena oportunidad para hacer la prueba de una moto que habíamos probado brevemente en la edición 2017 de The Distinguished Gentleman’s Ride y, como si fuera poco, conseguimos dos ejemplares de una misma especie. Arriba de dos Triumph 1200 monoplaza pudimos tener nuestro propio programa de cable: A dos Bobbers.

@PokerRunArgentina

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Lo que más nos gustó

MA
– Calidad de terminaciones impecable
– Torque descomunal y andar suave del motor bicilíndrico en paralelo
– Maniobrabilidad de una moto que en los papeles no parece tan ágil

MF
– Es una moto que se puede disfrutar paseando sin la necesidad de ir a los gomazos para pasarla bien.
– El sonido está muy bien logrado y es algo que querés escuchar todo el tiempo.

Lo que menos nos gustó

MA
– La traba de la dirección y el arranque están en distintos lugares, con el riesgo que uno salga apurado con la dirección trabada.
– La moto acelera demasiado y no frena con la misma violencia
– Capacidad del tanque muy reducida

MF
– Tiene asiento para uno solo y es una moto demasiado linda para no poder compartirla.

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