Kawasaki Z400 en la pista: Lo bueno, lo malo y lo feo

Si bien siempre tratamos de poner las motos a prueba en el contexto para el cual fueron diseñadas, a veces nos gusta hacer todo lo contrario. ¿Que tiene que hacer una moto diseñada para moverse por la ciudad, en el autódromo? Como intentaremos demostrar en el siguiente video: bastante.

Ya hablamos bastante sobre esta moto (ver notas), pero cuando se presenta la oportunidad de meterse a pista tratamos de no dejarla pasar y, si bien teníamos opción a elegir varias motos, hacía tiempo que queríamos poner esta Kawasaki Z400 a una prueba más extrema, sin la necesidad de apegarnos a las leyes de tránsito, ya que es una moto cuyas prestaciones nos habían parecido extraordinarias. Por eso nos fuimos al Track Day del IPDMM para probarla. (Ver nota)

Esta moto viene siendo parte del Top 10 de las motos mid-size más vendidas en nuestro país y cada vez se ven más en la calle. Aunque probablemente el usuario promedio no se imagine la bestia que tiene entre sus piernas.

Desde que probamos la moto hace casi dos años (ver nota), el modelo no sufrió cambios. Sigue entregando sus 45 hp y 38 Nm, sigue calzando los neumáticos Dunlop Sportmax, cuenta con ABS y tiene embrague anti-rebote. Con esto solo nos convenció para meterla en un circuito.

Tal como indica el título de la nota, haciendo referencia al clásico del cine western norteamericano, vamos a comenzar por lo bueno. La moto tiene mucha potencia, suficiente para alcanzar los 175 km/h en la recta principal del Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires, suficiente para marcar el ritmo en la categoría de hasta 400cc en estos Track Day. La caja de cambios anduvo a la perfección todo el día y el embrague anti-rebote fue casi indispensable para lograr unas entradas a curva agresivas sin preocuparnos por el tren trasero.

Los frenos, que a priori uno podría pensar que con un solo disco delantero de 310 mm quedarían cortos, demostraron estar a la altura de las exigencias de un autódromo y no mostraron una merma en su rendimiento. El ABS también se mostró a la altura del desafío y si bien entró en funcionamiento en muchas oportunidades, siempre lo hizo para asistir y nunca sentimos que nos complicara la maniobra, incluso en momentos de exigencia extrema.

Otro punto a favor fue la suspensión y la geometría, que nuevamente se queda atrás si la comparamos con algunas de sus competidoras que tienen horquillas invertidas y horquillones traseros de aluminio inyectado. Uno creería, de acuerdo a los expertos de marketing, que esta horquilla convencional de 41 mm no estaría a la altura de las circunstancias, pero realmente nos pareció que su comportamiento fue excelente. No sentimos flexiones indeseadas y nos dió la sensación de que estaba muy bien puesta a punto, a pesar de no tener ajustes. La posición de manejo que en la ciudad es cómoda, en el autódromo es mejor aún, los pedalines tienen permiten una buena inclinación y no se quejan en las curvas y las transiciones de peso se hacen con facilidad.

En cuanto a lo malo, las cubiertas Dunlop Sportmax son muy buenas cuando se habla de un compuesto para el uso en ciudad y sin exigirlo al extremo. En el autódromo se portaron bien, cumplieron con su cometido, pero sentimos que el grip no estaba a la altura del resto de la grilla. Pudimos disfrutar del día al máximo, pero en varias ocasiones deseamos tener un poco más, tanto para ser más competitivos, como también para sentirnos más a gusto con la moto. Esto es ya hilando muy fino y nos referimos a su performance en condiciones extremas.

No nos queda nada para concluír el título del western de Clint Eastwood, ya que no tiene nada feo que criticar. Lo feo fue tener que devolverla. Si nos gustaría que tuviera algo más de electrónica, un ABS desconectable en el tren trasero o por completo y un quickshifter, como ya incorporan algunas de sus competidoras, tampoco estaría nada mal.

Los dejamos con el video y algunas fotos y los esperamos en los comentarios.

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