De manos frías, huevos rotos y autonomías: 1500 kilómetros arriba de una VOGE 650DS

Una vez por año me junto con mis amigos de toda la vida. A veces lo hacemos coincidir con el día del amigo, otras veces se nos complica un poco más, pero lo importante es que tengo un grupo de hermanos de otras madres con los que compartimos una tremenda amistad desde salita de tres años. Fuimos juntos al jardín, en la primaria algunos fueron a un colegio, otros a otro, y en la secundaria nos volvimos a juntar todos. No siempre podemos contar con el grupo completo, y se extraña a aquellos que no pueden ser de la partida, pero nos divertimos como los niños de cuarenta que somos.

Esta vez la cita la fijé yo, y me tocó ser anfitrión en un campo que mi familia tiene en la localidad de Achiras, en las sierras de Córdoba. Un lugar increíble, que para mi tiene un valor sentimental enorme, ya que fue donde pasé muchísimos veranos de mi infancia y, durante largas temporadas, fue mi campo de batalla, mi patio de juegos y el universo donde pude desarrollar todas las aventuras que se me cruzaran por la cabeza. Un lugar ideal con sierras, piedra, dos arroyos de agua cristalina que lo cruzan y algunos pozos de agua que se forman en su recorrido.

Pero de todos mis amigos, solo uno tuvo la fortuna de poder acompañarme por aquellos años. Era ese amigo al que con 9 o 10 años lo dejaban venir todo el mes, con el que estábamos todo el día arriba del caballo haciendo travesuras y con el que compartimos la pasión por ese estilo de vida. El resto siempre se lo tuvo que imaginar, o lo conocía por fotos. Bueno, este pasado fin de semana estuvieron dadas las condiciones para que lo conozcan todos. O casi todos.

Para mi, este tipo de salidas son la excusa ideal para probar alguna moto. Viajo solo, tengo el tiempo y las ganas y no necesito llevar muchas cosas, más que un par de pilchas para cambiarme. Aunque este fin de semana, como la sede era un tanto más rústica, necesité cargar algunas cosas más, como bolsa de dormir y toallas, así que el hecho de poder contar con una moto que de serie equipa top case y dos buenas valijas laterales, era un gran punto a favor.

La Voge 650DS fue una moto que me llamó la atención desde el momento en que supe de su existencia, que en un principio llevaba otro nombre: DS8. ¿Qué es lo que no debería gustarme? Una moto de 190 kilos seca, con rueda delantera de 19″ y un motor monocilíndrico aguatero, recontra probado, que entrega 60 Nm a 5.000 rpm. Esas eran las credenciales con las que la moto se presentaba en enero de 2020 cuando Gilera Motors Argentina ingresó las primeras unidades de la marca premium de Loncin, de las cuales fuimos informados por La 8711 y por las que recibí una llamada de los Gilera boys a mi regreso del GS Trophy de Nueva Zelanda 2020.

Hace unas semanas pudimos probar las dos DS más grandes. La 500 bicilíndrica y la 650DS que nos congrega en estos párrafos. Probamos la moto, anduvimos de acá para allá, pero a decir verdad, no pudimos probarla en su totalidad. Nos faltaba meterle un viaje. Algo que en este fin de semana me encargué de solucionar. Mi aventura comenzaba el jueves a la tarde, con la moto cargada desde Motoblog Studios y con General Villegas como primer destino. Y es que a la madrugada siguiente tenía turno para renovar mi licencia de conducir, que se vencía el día 18. Si hay algo que nunca voy a dejar de ser en mi vida es Villeguense.

Como siempre, el tiempo es escaso para nosotros, así que terminé saliendo bastante tarde de Pilar y me quedaban por delante más de 400 kilómetros hasta el pueblo donde nací y me crié. Un poquito de Panamericana, un tramito de la 34, unos metros de la 6 y Ruta Nacional 7 hasta Junín, donde cruza la 188 que te deposita en los pagos del Toni Carrizo y Manuel Puig. Las primeras 2 horas de viaje fueron una cosa, las últimas dos, ya con el sol abajo, fueron otra totalmente distinta.

Las primeras conclusiones sobre la Voge 650 fueron apareciendo solas. Ya antes de emprender la marcha estaba preocupado por la falta de cubre puños y me llama mucho la atención esa omisión en el equipamiento de una moto a la que prácticamente no le falta nada. Tiene valijas, tiene sensores de presión de los neumáticos, tiene defensas, protección para el motor, pantalla TFT, puerto USB, parabrisas regulable, etc. Es toda una moto aventurera a la que le falta un detalle enorme, que por suerte es fácil de solucionar. Obviamente cuando se puso el sol y la temperatura bajó unos cuantos grados, mis manos no la pasaron para nada bien. Pero llegué a destino a salvo.

Más allá de este punto en contra que, de nuevo, ya estaría solucionado si la 650DS fuera mía, también quedaron en evidencia otros enormes puntos a favor. La iluminación de la moto es sublime, algo que no había podido comprobar la primera vez que las tuvimos en nuestro poder. Cuando me agarró la noche con la ruta abierta, cuando enfilé para el oeste por la RN188, no me quedaron dudas de que la moto no necesita nada más que lo que trae para brindar una óptima visión nocturna a su piloto. Quizás la luz baja no sea tan espectacular, aunque tiene un barrido bastante ancho, pero en el momento en el que pude dejar puestas las largas me sentí como John McClane cuando iluminó la pista de aterrizaje con fuego. Se ve bien y se ve largo, y los que vienen de frente te piden que las bajes.

El otro gran punto a favor es el ritmo que puede meter la moto. Cuanto más fuerte la llevas, mejor anda. Si, es una monocilíndrica aguatera, con mucho torque y que va como un tren. Pero cuando se viaja en moto hay que poner muchas cosas sobre la balanza a la hora de meter un viaje, y la autonomía para mi es una de las grandes claves para llegar rápido a destino, así que me mantuve fuerte en mis convicciones y llevé el ritmo de autopista entre 120 y 130 km/h. Un control de velocidad crucero no hubiera estado nada mal. Al llegar al paraje La Agraria, antes de Junín, pude comprobar que la moto a ese ritmo, cargada con las tres valijas, tiene un consumo de 5,5 litros cada 100 kilómetros. Exáctamente lo mismo que marcó la computadora. Y también que la precisión del velocímetro, contra el GPS, es muy buena.

La primera etapa, adentro. Más allá del frío en las manos, llegué bastante entero.

A la mañana siguiente estaba en la Municipalidad, a las 7.15 exactamente, renovando mi licencia de conducir. Cosas que tienen los pueblos, porque a las 8.15 ya estaba llenando el tanque de nafta de la Voge para salir rumbo a Achiras con el trámite completo, incluyendo el libre deuda que tuve que ir a pedir al juzgado de faltas. En un mismo lugar me hicieron todo el papeleo y los exámenes de la vista, el oído y una serie de ejercicios en un simulador. Venía la parte más interesante del viaje, ya con el carnet renovado.

En una moto de estas características se puede andar por muchos caminos. Si bien me hubiera gustado calzarla con alguna cubierta más de off-road, la realidad es que el viaje iba a tener un 85% de asfalto y no tenía mucho sentido. Y por otro lado las Metzeler Tourance son las que trae la moto y las que va a usar el 95% de los usuarios de la moto, por lo tanto lo mejor era probar la misma moto que el resto. Para el primer tramo del viaje decidí salir por atrás del pueblo con destino a Emilio V. Bunge por un camino de tierra bastante bueno con algunos condimentos interesantes.

Ahí nomás al arranque hay un terraplén que hace volar cualquier objeto que lo cruce a más de 50 kilómetros por hora. La DS650 lo cruzó entre 75-80 y estuvo un buen rato en el aire, más de lo que me hubiera gustado. Bah, ahora que miro para atrás estuvo bien, pero en su momento me sorprendió bastante. Las suspensiones, que desde el inicio dije que para mi son demasiado blandas, absorbieron el aterrizaje de manera impecable. No se escuchó tope alguno. Después el camino tuvo algún que otro saltito, pero me permitió llevar la moto bastante fuerte de punta a punta. Aunque esto me jugó en contra con la autonomía, ya que con la tierra medio pesada la moto hizo un mayor esfuerzo, algo que pagaría caro más adelante, ya que me quedé sin nafta 2 kilómetros antes de llegar a Vicuña Mackenna.

De no haberla exigido de más, tanto en la tierra como en la ruta con el viento de frente, la Voge DS650, cargada con las tres valijas, hubiera superado tranquilamente los 300 kilómetros de autonomía. Pero a los 270/280 se me apagó. Otra vez la precisión: cuando el instrumental marca la reserva, te quedan cuatro litros en el tanque. La moto te dice la verdad, algo que no siempre sucede.

Por suerte entre la comunidad motera siempre hay espíritu de ayudar, y un héroe anónimo en una Corven 150 paró a asistirme y se hizo una escapada a la estación de servicio con una botella vacía que encontramos ahí para traerme 1 y 1/2 litros de nafta. Solo fueron unos minutos de retraso, cuando me quise acordar ya estaba camino a Achiras por Moldes-Bulnes-Sampacho-Chañaritas. Ya me iba sintiendo más a gusto arriba de la moto y menos pendiente de otras cosas. Si bien la mañana estaba fresca, con el sol arriba todo se aguanta mucho más fácil. Ya en la segunda mitad del viaje la temperatura estaba cerca del ideal para viajar en dos ruedas.

Ya en las sierras la moto se convirtió en el vehículo ideal para hacer todas las diligencias. Y es que para entrar y salir del campo hay que recorrer un largo trecho, de un camino bastante lento para los vehículos de cuatro ruedas y atravesando otro campo que está adelante y da la servidumbre de paso para llegar a la ruta que va a Achiras. La media hora que tarda una camioneta, cuidándola un poco de los golpes y los rayones de algunas ramas de espinillo, al tiempo que hay que bajarse a abrir y cerrar tranqueras, para la Voge eran tan solo unos diez minutos de pura diversión.

Tremendo lo que se nota el torque del motor. En trepadas donde uno piensa que tiene que bajar un cambio porque el motor se va a clavar, solo hace falta darle un poco más de acelerador y el monocilíndrico empuja incansablemente. No es tan violento y contundente como el 693 cc de Husqvarna/KTM, pero es realmente un tractor.

Confiando en la suavidad de las suspensiones de la moto, el sábado salí de shopping, que incluía cargar 18 huevos en el top case, acompañados por pan, lechuga, papas, cebolla y tapas de empanada para llenar el espacio. En la verdulería pedí por favor que me los embalaran de la mejor forma, y sonaba bastante convincente la forma en la que me los entregaron. El camino de sierra lo hice con un poco más de cuidado, habré tardado unos 11 minutos. Fueron 11 minutos de trazar líneas casi perfectas evitando todo tipo de salto y golpe, o al menos en mi cabeza lo vi así. Los huevos se rompieron, solo sobrevivieron 8. Pero la moto fue fantástico.

El fin de semana llegó a su fin, pero todavía me quedaban 670 kilómetros de regreso a casa, y con viento de costado todo el tiro por la RN8. La Voge 650DS volvió a sorprender. Ya no era tiempo de averiguar datos de autonomía, sino de meterle ritmo y sacarse una recta interminable de encima para llegar a casa. Sin superar las 5.000 rpm en quinta marcha, el motor va super relajado y la moto viaja a velocidades que se pasan de las permitidas.

Para terminar. La posición de manejo de la moto es muy cómoda, no así el asiento del piloto. De todas formas, después de 1500 kilómetros en un fin de semana puedo decir que, si bien es mejorable, no es algo terrible. Lo mismo con la suavidad del motor. Muchos pensaran que por ser un monocilíndrico debe vibrar como loco, y la realidad es que todo lo contrario. El motor se siente, está ahí y tiene su carácter, pero no genera ningún tipo de sensación desagradable al piloto en ninguno de los puntos de apoyo que tiene en la moto. Y eso la convierte, para mí, en una de las mejores opciones de media cilindrada que el mercado argentino tiene para ofrecer hoy. Al menos de las que he probado.

En resumen. Un viaje mixto de tres días arriba de la 650DS de Voge me dejó muchas sensaciones. Muchas de ellas muy positivas. Otras, como la mayoría de los puntos flojos que tiene la moto, facilmente solucionables. A saber:

• La Voge 650DS pide a gritos unos cubrepuños. Algo que puede ser aprovechado con miras a incrementar la integración de componentes locales. Sería una gran incorporación, sobre todo para cortar el viento en las manos.
• La iluminación de la moto es excelente, sobre todo las luces altas/largas. No hace falta ponerle auxiliares de ningún tipo. Si se los pones es solo porque sos un manija del equipamiento.
• El asiento del piloto puede mejorarse bastante, pero es menos terrible de lo que pensaba. Al menos sigo caminando bien.
• La suspensión delantera sigue pareciéndome demasiado blanda, algo que se nota mucho a la hora de frenar exigido o de necesitar mejor respuesta de la moto cuando el camino se pone exigente. Por el otro lado, la moto parece una alfombra voladora en terrenos desparejos y en la ruta.
• La autonomía de la moto es muy buena. Si se viaja a 120, en condiciones normales, la moto puede hacer 350 kilómetros sin problemas con las tres valijas puestas.
• Con las valijas puestas y cargadas la moto sigue siendo maniobrable.
• Bien por el puerto USB y la toma de 12v disponibles.
• El tablero debería tirar la información de autonomía disponible. Sé que la nueva DSX incorpora indicador de temperatura ambiente.
• El sensor de presión de cubiertas es clave. Gran incorporación al equipamiento de la moto.
• Nada hace ruido, ni golpea, ni vibra, ni nada en una moto que ya tiene 7.000 kilómetros. La calidad de construcción, ensamble, terminación, tornillería, etc. es muy buena evidentemente.
• El parabrisas que trae la moto, si bien regulable en tres alturas distintas, es insuficiente para viajes largos en personas de más de 1,85 mts de altura. Agacharse un rato está bien, pero en la distancia genera incomodidad y dolores. Tenía a mano un extensor de parabrisas que no llegué a instalarlo, pero estoy seguro que con eso hubiera estado perfecto.
• El acelerador es muy preciso para dosificar la potencia, tanto mecánicamente como la inyección electrónica.
• La caja de velocidades con los kilómetros se fue suavizando, ya no es tan áspera como al principio cuando las agarramos cero kilómetro.
• Necesito que todas estas motos empiecen a venir con pedales como los que tiene la KTM 390 Adventure. Que cuando le sacas la goma, abajo te esperen unos buenos dientes. Los pedales de la 650DS no están mal, pero podrían ser mejores.
• La hermeticidad de las tres valijas es muy buena. No tuve lluvia, pero no entró una pizca de polvo luego de andar bastante por calles de tierra. Están bien burleteadas. Lo mismo con las fijaciones de las valijas a la moto. Van soldadas, no hacen un solo ruido.
• Creo que la moto está muy bien parada respecto de la competencia. Benelli TRK 502 ($3.000.000) 502X ($3.395.000); RVM Tekken 500 con rayos ($3.171.000); Kawasaki KLR 650 ($4.460.000). Falta que se agregue una competidora más en octubre. La versión 650DSX tiene un precio de $3.278.000.
• La garantía es de 24 meses o 24.000 kilómetros.

Espero que estas líneas les sirvan de guía complementaria al test ride que ya le hicimos a esta Voge 650DS. En pocos días será la presentación de la nueva 650DSX, ya les contaremos nuestras impresiones. Pongo nuevamente el video que hicimos hace unos meses.

Además, andaba con ganas de escribir. Y estoy para contestar todas las preguntas o comentarios que hagan.

M.A.

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