Muchos recordarán lo acontecido el 13 de octubre de 1972, cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que llevaba al equipo de rugby del Old Christians Club tuvo un accidente en su intento de cruzar la Cordillera de Los Andes rumbo a Chile, luego de realizar una escala en Mendoza causada por una tormenta y tras un error de cálculo en la navegación por parte de los pilotos. El avión que iba de Montevideo a Santiago de Chile se estrelló en la provincia de Mendoza, en el departamento de Malargüe, cerca de la frontera con Chile.
Allí cayó el avion con 43 pasajeros y sus dos pilotos, y en ese momento comenzaría la supervivencia de un grupo que tuvo que soportar más de 70 días en el medio de la Cordillera con lo que tuvo a mano para sobrevivir. Muchos de ellos no pudieron. Seguramente muchos hayan leído el libro Viven o visto la película que surgió a partir de éste. Solo 16 pudieron sobrevivir para volver a sus casas.
El pasado viernes 13 de octubre se cumpleron 50 años de esta tragedia en Los Andes y como un respetuoso homenaje Julio Quiroga y Juan José Gato Barbery decidieron hacer la Expedición Acerbis. Un grupo de 8 personas partió desde Mendoza para llegar hasta El Sosneado, y desde allí recorrer los 80 kilómetros montaña adentro hasta el puesto Araya, donde comenzó la aventura.
En dos motos de enduro KTM, una 250 EXC-F Six Days y una EXC 300, ambos motociclistas, experimentados por cierto, decidieron completar por primera vez el sendero que los baqueanos Lima y Araya abrieron en 1973 cuando subieron a buscar el cuerpo de una de las víctimas a pedido de su familia, cruzando los seis ríos, llegando a los restos del avión y volver.
Aquí el homenaje de dos argentinos para este grupo de uruguayos que 50 años atrás tuvieron que atravesar la experiencia más dura y desafiante de todas sus vidas. Capítulo 1 de 3.
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3 Responses
observación ortográfica: baqueano es con “b” larga
Tiene usted toda la razón del nundo
El Gato es un grande, habla de motociclismo desde la propia experiencia, como muy pocos, y con todo lo que sabe no se la cree.