Mr. Felipe y Gertrudis: crónica de un viaje de 20.000 kilómetros por Sudamérica

El miércoles pasado, publicamos una nota con algunas noticias breves y unos videos para que se entretengan. Uno de esos videos (ver) tenía que ver con el famoso viaje que algún dia quiero hacer con la moto y uno se la pasa planeando y siempre lo patea para más adelante.

Desde que comenzamos a hacer Motoblog fuimos conociendo a mucha gente, algunos de ellos lectores. Lectores que pudimos conocer personalmente y que descubrimos que son medio vecinos, y terminan convirtiéndose en amigos con los que hablamos casi todos los días.

De esa manera fuimos conociéndolo un poco más, a él y sus historias. Y, sabiendo que tenía una muy buena para contar, comenzamos a tentarlo para que la comparta con todos ustedes. Al principio le costó arrancar, como a las carburadas en invierno, pero después se entusiasmó y se tomó su tiempo para escribir.

Hasta acá nosotros con la presentación. De ahora en adelante, nuestro amigo Mr. Felipe y su compañera Gertrudis en ese viaje que algún día quisieron hacer con El Primo, y lo hicieron. Lectura para el fin de semana: 20 mil kilómetros en moto por Sudamérica. Disfruten

 

EL VIAJE

Llegar a Colombia andando fue algo que me interesó desde que estuve en ese país hace 5 años
ya, cuando en Cartagena había visto una VW Kombi con patente Argentina.

LA MOTO

Mi primer moto la compré en junio del 2014. Una KTM Duke 200, sin tener experiencia alguna con las motos. Pero empecé a andar y me enamoré por completo del mundo de las dos ruedas. Con ella hice solamente dos viajes a Uruguay. El primero, solo, con lluvia torrencial de noche desde Montevideo a Punta del Este. Una experiencia difícil de olvidar. La segunda oportunidad con El Primo y su Torneta -Tornado-.

A principios de 2016 pude saltar a una BMW G650GS -monocilíndrica-, máquina a la que viajé un poco más. Primero fue la Provincia de Buenos Aires, luego a Santa Fe y, por último, hasta el sur de Chile, recorriendo 5.000 kilómetros en 15 días. Siempre con El Primo como compañero oficial.

A nuestro regreso de ese viaje ambos quedamos fascinados por repetir la experiencia, y cada uno sin discutirlo con el otro pensó en hacer un viaje por Sudamérica. Un día, charlando de la vida, nos pusimos de acuerdo en hacer una travesía de esas dimensiones, pero por conflictos de agendas de cada uno no pudimos establecer una fecha de salida. El Primo partió el 2 de mayo rumbo a Uruguay, con su BMW F800GS, con Colombia como destino final.

Mientras él se adentraba en tierras verde amarelas, a mí me ofrecieron una BMW R1200GS del 2013 del amigo de un amigo, pero creía que era demasiado. De todas formas dije la voy a ver, total no voy a perder nada. Llegado el día de revisarla, quien nos había puesto en contacto me aviso si te subís vas a tener que comprarla, porque no vas a querer manejar la tuya de nuevo. Y así fue. La probé y me volví loco. Así que a los pocos días la compré -gracias al vendedor que me la financió a unos meses-.

Por las redes iba siguiendo el viaje de El Primo paso a paso, y antes que se cumpliera un mes de su partida, el exceso de fotos espectaculares que iba publicando, sumado a la sensación de encierro en mi cubículo de trabajo hizo que juntara coraje y le avisara a mi gerente que ese iba a ser mi último mes de trabajo porque quería hacer un viaje de estas características.

La Duke 200 y la Torneta, por emprender el primer viaje de este dúo inseparable a Uruguay. 

En el Lago Colbún, de viaje por Chile, ya con otra monta los muchachos se recorrieron 5.000 kilómetros.

LOS PROBLEMITAS PREVIOS

El día que retiré la moto, llegando a casa se me apagó en un semáforo. En ese momento pensé que había sido mi culpa por haber hecho algo mal, pero el incidente continuó repitiéndose con el pasar del tiempo. Me volví loco buscándole la vuelta, preguntando por todos lados y desfilando por distintos talleres. Hasta que en Cordasco dieron en la tecla -faltando solo dos semanas para salir-. Gracias a una filmación que hice en una de esas apagadas pudieron diagnosticar el problema, un sensor de tracción era lo que estaba apagando la moto.

Quedaba menos de un mes y la moto no estaba ni cerca de estar lista, tenía que comprar alforjas -porque las que tenía las había vendido con la 650 junto con el top case-. Para eso vi los mil y un videos con recomendaciones sobre qué comprar.

No solo eso, a 10 días de salir me di cuenta que mi registro de conducir iba a vencerse en la mitad del viaje, así que fui rajando al ACA para hacer la renovación, pero me dieron una respuesta negativa por ser principiante, alegando que tenía que renovarlo en algún consulado donde me encontrara y esperar que me lo mandaran. ¡Imposible! dije, y después de un par de idas y vueltas me dijeron que iban a hacer el intento, pero que la fecha de vencimiento sería determinada por El Sistema, y que probablemente coincidiera con la del registro vigente hasta entonces. Probamos, y con mucha suerte todo salió bien.

Otro inconveniente que me comía la cabeza era lo largo que podría hacerse el viaje y si los ahorros eran suficientes como para ir y volver. Así que lo mejor que pude hacer fue dedicarle tiempo a las planillas de cálculo y meter todos los gastos posibles dentro de las cuentas. Combustible total, posible cambio de cubiertas, servicios eventuales. Todo. Poniendo un poco de buena onda y tratando de ahorrar cada centavo iba a poder dar la vuelta completa.

Con Gertrudis ya ensillada, Felipe festejó su cumpleaños la noche anterior a salir de viaje

 

DÓNDE ENCONTRARSE

Mi fecha de salida era el 27 de junio, un día después de mi cumpleaños, pero la mayor duda era donde nos encontraríamos con El Primo, puesto que él para ese entonces ya habría viajado durante dos meses. El punto de encuentro lo fijamos en Fortaleza, a 5.000 kilómetros de Buenos Aires, para el 6 de julio.

Ese tramo era el que más me asustaba por viajar totalmente solo. Mucha gente me dio recomendaciones para Brasil. No entres en las ciudades grandes. No andes de noche, jamás. Instalale la antena corta pipa -corta hilo-. Los días anteriores lo único que pude hacer fue planificar las 10 jornadas de viaje solo, tratando de hacer la misma cantidad de kilómetros todos los días sin necesidad de andar jugado de tiempo.

 

LOS DÍAS PREVIOS

¡Cuanta ansiedad y cambios! El viernes 23 de junio deje de trabajar, llevándome grandes recuerdos de muchísima gente querida. Compré unos Reales y regresé a casa a organizar las cosas que iba a llevar. Afortunadamente el viaje a Chile nos había enseñado alguna que otra cosa sobre qué llevar y qué no, también los tres mil videos que están disponibles en YouTube -gracias a todos los que dan su tiempo para eso, son muy útiles-.

El lunes 26 de junio fue un día complicado. Tenía que terminar de armar toda la moto y organizar mi cumpleaños para la noche, que también era una especie de despedida. Con ayuda, pude terminar todo a tiempo. Esa noche, hablando con el cuñado de El Primo, me preguntó cómo se llamaba la moto. Me puse blanco, me había olvidado de eso. Fue complicado dormirse, la ansiedad me estaba matando.

DÍA V -de viaje-

A las 6 de la mañana sonó el despertador. Llovía despacio, pero eso no iba a demorarme. La dormida de la noche además, me había ayudado a pensar el nombre: Gertrudis. Desayunamos con mi familia y me preparé para salir.

Increíble la cantidad de emociones que se juntan en ese momento y son tan difíciles de explicar, pero gran parte del sentimiento estaba compuesto por alegría, ansiedad y nerviosismo. Los kilómetros fueron encargándose de hacer desaparecer la ansiedad y el nerviosismo, y solo quedó la felicidad de estar arriba de Gertru.

Tan poco hacía que la había comprado que no había tenido la posibilidad de probarla -solamente 300 kilómetros en una salida un domingo-, mucho menos así de cargada, así que comencé a rodar bien despacio. La lluvia solo duró los primeros 100 kilómetros, hasta cruzar los puentes de Zárate-Brazo Largo. Después de andar todo el día -y casi quedarme sin nafta, por nabo-, por fin llegué a mi destino del día: Gobernador Ingeniero Valentín Virasoro, en la República de Corrientes. A 900 kilómetros de Buenos Aires.

LOS PRIMEROS 10 DÍAS

Estas instancias de andar solo y me tenían un tanto preocupado se pasaron casi volando. Las rutas de Brasil son muy cambiantes de Sur a Norte. Al principio se encuentran más autopistas con sus respectivos pedagios –peajes- y llegando al Norte son rutas mucho más solitarias, donde en algún tramo me hubiese quedado sin nafta de no haber llevado el bidón, pasando pueblos cuasi vacíos repletos de lomas de burro -una de ellas en la mitad de la ruta y me la comí a 120 km/h. Por suerte Gertru se la bancó como una reina-.

La rutina diaria era arrancar temprano, no almorzar más que un paquete de galletitas o papas fritas y un helado de agua para apagar el calor, que con la ropa de moto se siente aún más -liviano, para no quedarme dormido-, y llegar antes de que caiga el sol al próximo destino. Bajando de la moto solo lo necesario para pasar la noche.

Pude pasar por la ciudad de Brasilia, recomendada por familiares y amigos arquitectos. También por Alto Paraíso de Goias, con unas chapadas -cascadas- espectaculares que ayudaron a descansar un poco un día.

EL ENCUENTRO

Con el correr de los días el punto de encuentro se mudó a Jericoacoara -paraíso de quienes hacen kite y windsurf-, a pedido de El Primo, que no quería estar tanto tiempo parado en Fortaleza y ganar unos días.

La entrada a Jeri es por la arena, superficie por la que yo jamás había transitado, así que le pedí a El Primo, que había llegado unos días antes, que me esperara en Preá -un pueblo pegado-. A eso de las 3 de la tarde nos encontramos. Nos dimos un abrazo como si hubieran pasado 10 años sin vernos. Le bajamos la presión a las gomas de Gertru y encaramos la arena.

Empezamos por la orilla del mar, con el piso húmedo y compacto, pero a los pocos kilómetros tuvimos que subir a la arena menos firme porque la marea crecía. Entre ambos sectores había una suerte de escalón y obviamente nos quedamos ahí enterrados hasta el eje. Literal.

Con la ayuda de algunos que pasaban en buggies las sacamos de ahí y seguimos camino. A poco de llegar a destino tuve mi primera caída del viaje. Por suerte no pasó nada grave, solo un tobillo apretado entre la arena y las valijas de la moto. Se puede decir que en este punto arrancaba nuestra odisea.

Enterrada hasta el eje. Literal.

BRASIL

Pudimos recorrer las playas de Jericoacoara, las lagunas de agua de lluvia entre los médanos en Barreirinhas -Lencois Maranhenses-, cruzar en barco desde São Luis hasta Alcantara y llegar a Belén, donde nos tomamos el barco rumbo a Manaos. Las rutas del norte brasileño son para ir con mucho cuidado. Mucho animal -literal- que cruza y también rutas en mal estado. Nos tocó hacer un poquito de off-road, con 40 kilómetros de ripio del que no querés tener. Demasiado serrucho.

Llegar a Belén con casi 40 grados de temperatura fue bravo. El tráfico en las ciudades grandes cuando vas tan cargado y no podes escabullirte suele ser terrible. Aquí tuvimos que decidir como continuar: si ir andando hasta Santarem, donde nos podíamos subir al barco con rumbo a Manaos, o hacerlo directamente en Belén.

Intentamos averiguar preguntando a la gente, pero nadie sabía cuan bueno era el camino y, según Google Maps -palabra santa como pudimos descubrir-, tardaríamos casi 22 horas en recorrer casi 1.400 kilómetros. A falta de información de la gente -y de pericia nuestra por si el camino se complicaba mucho- decidimos embarcarnos en Belen.

El vapor que nos llevaba -Anna Karoline VII- salía el día sábado 15 de julio a las 13 horas y nos pidieron estar con las motos a las 8am para cargarlas con tiempo. El día anterior compramos unas hamacas paraguayas que iban a ser nuestras camas por los próximos días -y nos acompañarían el resto del viaje-. Apenas subimos al barco las colgamos para asegurarnos tener lugar.

Un amiguito en el barco del Amazonas

Un colectivo escolar por el Amazonas. Tranqui.

A las 7.30 nos presentamos listos para embarcar, pero nos hicieron esperar varias horas mientras camiones y camiones llegaban con todo tipo de frutas y verduras. Desde melones hasta cebollas y bananas. Entrado el mediodía veo de reojo que estaban empujando a Gertru para subirla por un tablón haciendo equilibrio. Como un resorte salté de la hamaca y fui corriendo para ayudar -también se me escapó alguna p****ada por no avisarme-. Subimos la 1200 y luego la 800 que las cebollas terminaron tapando prácticamente. Bien atadas y con el caballete puesto, era hora de descansar tranquilos.

Haciendo escala en Manaos para descansar de 7 días de Barco

En este barco pasamos 6 noches con pocas paradas en los puertos. Solamente 3 veces hasta llegar a Manaos. En cada una de las paradas, la cantidad de gente puede aumentar o disminuir y, al ser hamacas, se pueden apretar bastante para que entren más pasajeros. En Manaos tuvimos la suerte de conocer la planta de BMW, donde ensamblan las G310, F700, F800, S1000 y R1200 en todas sus versiones. Después de 4 días -habiendo descansado del encierro- nos subimos al siguiente barco que nos iba a dejar en la ciudad de Tabatinga, frontera con la ciudad colombiana Letizia.

 

COLOMBIA

Desde Letizia, capital del estado amazónico de Colombia, las únicas alternativas eran seguir por agua hacia Perú o volar a Bogotá. La primera opción parecía más divertida por el hecho de volver a subirse a la moto, pero suponía más de una semana extra en otros barcos para llegar al puerto de Iquitos y de ahí a Yurimaguas. La segunda alternativa a pesar de no subirse a la moto para llegar andando, era más económica y acortaba un poco los tiempos. Nos quedamos con esta última.

Cubrimos las motos y las dejamos en la terminal de cargas, con las órdenes precisas para que las motos sean atadas con eslingas a la base, protecciones o cualquier cosa que no pudiera romperse, a lo que accedieron, mientras nosotros nos íbamos en el avión de línea.

No fue grata nuestra sorpresa cuando al llegar a la terminal de El Dorado, en Bogotá -después de caminar por todos lados inentando encontrar la terminal de cargas, con nuestras valijas laterales encima para ahorrar en transporte- y ver que habían atado las motos con una red por arriba, rompiendo el cable de embrague de Gertru. Déspues de luchar con la compañía aérea, logramos conseguir que nos paguen el transporte hasta un taller que ya habíamos conseguido de antemano para hacer el service a las motos.

Una vez solucionado el problema y con el service hecho, pudimos salir a conocer el gran país que es Colombia. Vivir en Bogotá es la envidia de todo motociclístca que vive en Buenos Aires, a menos de media hora tenés las mejores curvas que puedan imaginar. Las disfrutamos durante unos días, y luego salimos rumbo al norte, hacia Barichara, un pueblo colonial.

Barichara, un pueblo totalmente colonial

De ahí nos fuimos hasta el Parque Nacional Tayrona, que tiene una de las mejores playas que jamas hayamos conocido, donde volvimos a dormir en nuestras hamacas y, por falta de lugar bajo techo, nos levantamos dos días con la lluvia de las 3 de la mañana. Pasamos también por el pueblo de pescadores Taganga, con excelentes playas también.

De ahí nos fuimos a Minca, un pueblo en las sierras, donde surgió otro desafío: el barro con lluvia
en camino de montaña. Fueron 8 kilómetros en total, y con El Primo decidimos encararlos a puro coraje. El camino más duro que haya transitado alguna vez en moto: 2 horas, 3 caídas para mí y un par más para mi compañero de viaje. Pero llegar a la cima también fue una gran recompensa, con una vista impresionante. Lo malo, los mototaxis que subían -y nos pasaban como poste caído– nos contaron que la bajada era aún más difícil con el camino en esas condiciones.

Subiendo a Minca, 2 horas de barro y varias caídas para recorrer 8 kilómetros

Esa noche toco dormir en el piso, pero creo que pocas veces pude dormir tan profundo. Levantar una moto una vez no es cansador, levantar a la gorda tantas veces cargada hasta las tabas y ayudar a El Primo cuando se empantanaba o se caía fue agotador. Por suerte para nosotros, el día que decidimos bajar, el barro se había secado, y en media hora ya estábamos nuevamente en el pavimento.

Volver a Cartagena, ahora manejando yo, fue una sensación increíble. Era a lo que había apuntando
con este viaje. Las calles de la ciudad amurallada con sus balcones icónicos son algo difícil de
encontrar, así como la playa de Barú.

Cartagena de Indias, EL destino del viaje

Conocimos también la ciudad de Medellín, con paseos a media hora mejores que los de Bogotá, y donde compramos cubiertas nuevas para tener de recambio, ya que el precio era casi una tercera parte de lo que cuestan en nuestro país.

Llegando a Medellín

Pasamos por Guatapé, donde se encuentra la Piedra del Peñol, de unos 220m de altura con vista a la laguna homónima, y de ahí nos dirigimos al pueblo de Salento, escondido entre las montañas, donde se pueden visitar las plantaciones de café y el valle de Cocora, famoso por tener las palmeras más altas del mundo.

En Cali pasamos nuevamente por un taller para hacer unos retoques a las motos -especialmente a la de El Primo, que le toco un cambio de disco y pastillas traseras-. El calor es algo que a ambas motos no les gusta, pero por diferentes motivos. La 1200 levanta temperatura por falta de refrigeración, es decir, en cualquier tráfico pesado con un poco de calor hay que frenar para que le baje la temperatura. Y la 800 por un tema de la bomba de nafta, cuando hace mucho calor o cambia la presión rápidamente, hay que esperar que se enfríe o abrir el tanque de nafta porque la moto se apaga.

Subiendo a Ipiales, frontera con Ecuador

Es así que el día que salimos de Cali con destino hacia Ipiales, con casi 40 grados de temperatura, tuvimos que frenar un par de veces para dejar que se enfríen. El pueblo de Ipiales es frontera con Ecuador, y tiene para regalar uno de los santuarios más lindos que hayamos conocido: Las Lajas. Ahí nos encontramos con una pareja de colombianos que viajaban en Lolita, una BMW R1200GS azul.

El mate, infaltable compañero durante los 20.000 kilómetros

 

ECUADOR

País nuevo, desafíos nuevos, aunque las rutas siguieron siendo espectaculares. En Manaos,
habíamos tenido un muy buen llamado de nuestra familia. Iban a estar en Cusco para nuestro arribo para tener un encuentro y conocer esa ciudad y el Machu Picchu. Pero a pesar de la espectacularidad del programa, implicaba fijar una fecha de encuentro. Así que en Quito nos tuvimos que sentar con El Primo a programar los días que íbamos a estar en cada lugar para poder llegar el 30 de septiembre a Cusco.

En Quito fuimos a la mitad del mundo, es decir, el Paralelo Cero. Visitamos tanto el Ecuador
antiguo, descubierto en el 1700, como el actual -calculado con GPS- separados por escasos 200
metros. En el Ecuador moderno pudimos experimentar el efecto Coriolis a dos metros de cada lado de la
línea ¡es increíble!

Dejamos Quito y apuntamos hacia el sur, rumbo a Baños. Es impresionante la cantidad de
volcanes que hay en Ecuador. Llegamos a lo más alto del viaje, hasta el momento, -4070 msnm- y con un
poco de frío y lluvia seguimos.

El Primo tuvo un pequeño inconveniente con su moto.  Cuando le cambiaron los frenos traseros no ajustaron bien los tornillos, y uno venia golpeando contra el brazo. Afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo y lo solucionamos. En Baños hicimos varias actividades, como tirolesas y escaladas espectaculares.

Después fuimos hacia Lacatunga, pasando por el espectacular volcán del Chimborazo, llegando a unos 4400 msnm, donde las motos sienten la altura pero al ser ascensos pausados se van adaptando bien. Las temperaturas seguían bajas pero nos alegramos mirando los increíbles paisajes que el camino nos regalaba.

El siguiente destino fue Manta, visitando de pasada el volcán Quilotoa, que tiene una laguna en su cráter generada por nieve derretida. Manta nos recibió con más lluvias que mojaban y molestaban, pero a mal tiempo buena cara. Manta es cerca de Montañita, destino preferido de muchos argentinos en la
temporada de verano.

El Volcán de Quilotoa y su mega crater con laguna de nieve derretida

Para la época en la que llegamos nosotros todo era más tranquilo. El sol prácticamente no sale
tapado por las nubes y la temperatura no ayuda para meterse al mar. Pero tuvimos la suerte de que el dueño del hostel donde paramos nos hiciera conocer la selva Ecuatoriana, convidándonos de las frutas
locales más increíbles.

Fuimos a conocer las ballenas también, que en esta parte del año llegan para parir a las aguas cálidas ecuatorianas. Lamentablemente, por más tiempo en la moto que tuviera sobre mis espaldas, soy un marinero de agua dulce, y el mareo terminó ganándome. Pasamos por la ciudad de Guayaquil, donde El Primo revisó su moto por el tema de los tornillos de los frenos e iniciamos viaje hacia Machala, la última ciudad grande en Ecuador antes de entrar en Perú.

PERÚ

Entramos por Tumbes. Para entrar en Perú es necesario el SOAT -seguro obligatorio de accidente de tránsito- al igual que en Colombia, pero es obligatorio sacarlo antes de hacer los papeles de la moto. Las motos son poco respetadas en estas rutas -al igual que en casi todo el viaje-, y hay que estar siempre con todas las luces prendidas, metafórica y literalmente.

Pasamos por Zorritos, donde nos cruzamos con la pareja de colombianos y Lolita, su moto. Llegamos a Mancora, otro destino muy elegido por los argentinos en verano, pero al igual que Montañita, la primavera es tranquila. El sol sale rara vez, asi que en las dos o tres oportunidades que lo vimos pudimos probar la
temperatura de las aguas del Pacifico. Muy frío. A pesar de no ser muy fanático del pescado, el ceviche peruano no me lo quise perder.

Despues de un par de meses de viaja, ya parecía un náufrago en las playas de Mancora

Para llegar a Pacasmayo, la ruta nos tenía unos cuantos pozos preparados, que de no haber sabido de antemano, se hubieran cobrado alguna cubierta con seguridad. También nos habían advertido del viento que hay en el desierto peruano, que nos subió el consumo de las motos un 50% -increíblemente- y casi no llegamos a la estación de servicio a 200km.

Pacasmayo es otro pueblo de pescadores que aloja a jóvenes surferos en verano, pero a diferencia de Mancora, hace bastante frío, por lo que hay que abrigarse bastante para motear. Hablamos con la pareja de colombianos para andar juntos por un tiempo, y nos encontramos con ellos en las ruinas de Chan-Chan -antigua ciudad de barro-.

De ahí encaramos hacia la Cordillera Blanca peruana, con destino a Huaraz. El ripio nos ahorró unos cuantos kilómetros de ruta, pero no ocurrió lo mismo con el esfuerzo. El Primo tuvo un problema después del almuerzo: la 800 no arrancaba. Nada que unos empujones no pudieran solucionar. El camino hacia Huaraz es impresionante, serpenteando un rio por una ruta de un solo carril que hace de mano y contramano, pasando más de 30 túneles y tocando bocina antes de cada uno para no encontrarse con nadie en la mitad.

Los caracoles en la Cordillera Blanca, el Transfagasarán de Latinoamérica

A pesar de eso, tuvimos un encuentro cercano con una Hilux en una de las salidas del túnel -nada grave- pero al frenar El Primo no pudo nuevamente prender su moto. Empujones y a seguir andando. Llegamos a Huaraz de noche ya, con miedo por la moto del primo, que no arrancaba. Huaraz está a más de 3000 msnm, y me costó dormir.

Salimos las 3 motos con destino a la cordillera blanca pero El Primo no pudo prender su moto. Claramente se trataba de un problema eléctrico, y su mecánico nos dijo que cambiemos la batería. Conseguimos una en Lima, pero tardó dos días en llegar. Gertru nos llevó a ambos hasta el túnel de Punta Olímpica y a sus 4736msnm y 5 grados de temperatura.

La subida es impresionante, son unos caracoles similares a los chilenos. Mientras subimos vimos eso que nadie quiere ver, una camioneta siguió de largo y cayó al vacío, matando a sus 9 integrantes. Con escalofríos y siendo conscientes de los peligros que tienen las rutas, volvimos a Huaraz, donde esperamos la batería.

Yendo de trujillo hacia huaraz por un atajo de ripio con nuestros amigos nuevos:
Los parceros

Con energía nueva y las 3 motos arrancamos hacia Lima. Muy buenas rutas hasta llegar a la costa, donde nos subimos a la autopista monótona y con desierto a los costados. Para combatir la monotonía, una niebla nos hizo ir a paso de hombre, hasta llegar a la entrada de la capital peruana. Nunca estuvimos en un tráfico tan complicado. Decir que hay que manejar aplicando la ley de la selva le quedaba chico.

Nadie respeta a nada ni a nadie, y hay que ir con 14 ojos para no ser pasado por arriba por nadie. En fila india nos movimos entre el trafico como pudimos, ya que con los baúles laterales las motos no eran tan angostas y escurridizas. Una vez más, ambas 1200 acusan no tener radiador y hubo que frenar a un costado para dejarlas enfriar y evitar el recalentamiento.

En Lima pudimos conocer sus grandes barrancas hacia el mar y su centro histórico, además de
visitar más cevicherias. El primo llevó su 800 a revisar si era la batería lo que fallaba o el
alternador, pero por suerte nos dicen que era un tema de batería. La entrada a Lima fue larga, pero fuimos compensado del otro lado con una salida rápida y con poco tráfico. Terminamos llegando a Ica de noche, pero con un poco de fortuna pudimos encontrar un hostel con estacionamiento para las bebas. Ica es famosa por el Oasis de Huancachina, donde hay paseos en buggy por los inmensos médanos.

Selfie en Ica, pasándo por los médanos

La mañana que fuimos a pasear a los médanos me recibió con una sorpresa no grata:  aceite debajo de la moto. Después de revisar un poco vi que la suspensión trasera que estaba transpirando.Este es el momento en el que tanta tecnología te juega una mala pasada: al ser suspensión electrónica había que cambiarla completa. Luego de una mañana de llamados para todos lados consigo que desde Cordasco Motorhaus me vendan una y me la lleve mi familia a Cusco -ya que en Perú no se vendió mi modelo de moto-, para que la pueda reemplazar en La Paz, donde hay un concesionario oficial -necesario para enchufar la computadora a la moto y reprogramar la suspensión-. Tuve que recorrer al menos 1400 km con la suspensión rota y la moto flameándose.

Los buggies a la tarde de ese mismo día fueron una gran distracción, y estuvimos a punto de volcar durante dos horas en las dunas. Fue espectacular para desenchufar la cabeza. En camino a Cusco pasamos por las líneas de Nazca, que obviamente se ven mejor desde un avión, pero a falta de presupuesto, hay una torre a la que pudimos subir y tener una idea de cómo se ve.

Cada vez que frenaba era imposible no ver como el aceite del amortiguador continuaba chorreando, pero nunca perdí la confianza de que llegaríamos a La Paz. Pasamos por el famoso Pampa Galeras, por donde la ruta recorre unos paisajes increíbles a más de 4000 metros de altura por más de dos horas -y con mucho frio-. Como es casi ya costumbre, terminamos viajando de noche, esquivando piedras de derrumbes que están sobre la ruta.

El camino hasta Cusco no dejaba de sorprendernos, con algunos vados con verdín en los que el primo y yo casi compramos parte de la ruta peruana. Los cañadones nos acompañaban mientras manejábamos entre montañas que subían y bajbanan demasiado rápido, por lo que la 800 pide descanso y frenamos porque se apunaba. Todo siempre con mucho humor asique le contamos a nuestros amigos colombianos algunos chistes de Yayo o de la Mole, que no podían creer lo que escuchaban.

Llegando a Cusco me llegó un mensaje de mi viejo diciendo que el amortiguador no pudo subirse al avión con ellos por política de la aerolínea. En campaña nuevamente para ver como hacía para tenerlo en La Paz. Es en esos momentos en que las redes sociales son de muchísima utilidad y conseguí a alguien que viajaba a La Paz en un día melo alcance hasta ahí.

Parece que no podía tener una buena noticia sin que aparezca una mala. Por una mala maniobra de un auto el primo se fue al piso y nuevamente la 800 no arrancaba. Nada que un buen empujon no pueda solucionar, y seguimos recorriendo las calles de Cusco. Desarmamos las cachas -de memoria ya- y sacamos la batería para llevarla a alguna casa a ver si el problema era realmente la batería o qué es lo que sucedía.

El encuentro con la familia fue algo muy especial para todos. El Primo no se veía con su madre desde hacía 5 meses y yo con los míos desde hacía 3. Recorrimos a pie la parte turística de Cusco, parando para agarrar aire de vez en cuando -son más de 3.000 msnm. Mi compañero volvió con la batería y buenas noticias: aparentemente fue una falla de la misma, pero aparentemente ya estaba solucionado.

Con un tour contratado por la familia pudimos conocer Pisac y Ollantaytambo, antes de subirnos al tren que nos dejara en Aguas Calientes. Había mucha expectativa por conocer Machu Picchu, tanta que mientras comíamos la noche anterior nos dimos cuenta que nos habíamos olvidado de sacar  las entradas. Con mi hermana nos levantamos 4.30 para solucionar este inconveniente y afortunadamente había sido solo un susto. Las entradas estaban pagas pero no impresas. Así que después del desayuno arrancamos caminando con ella para subir las escaleras, mientras el resto lo hacía en colectivo.

Juntando energía con la familia en Machu Picchu

Conocer Machu Picchu es una experiencia inolvidable que le recomiendo a todo el mundo que lo pueda hacer, más aún rodeado de gente querida. Lamentablemente la visita fue corta. A los 3 días de haber llegado a Cusco nos separamos de nuestras familias, con discursos muy emotivos, y nos unimos nuevamente a la pareja colombiana que había recorrido el Machu Picchu por su cuenta -llegando en moto hasta la hidroeléctrica-.

Gertru y su suspensión trasera venían acompañando y, a pesar de tener que ir más despacio y con mucho cuidado, especialmente en las curvas, podíamos seguir avanzando. Primero hasta Puno, donde recorrimos las islas de los Uros, que se encuentran en el Lago Titicaca.

BOLIVIA

Entrar en Bolivia por Desaguadero fue un poco lento, y fue el país que más papeles nos pidió. A
la pareja de colombianos les exigieron la vacuna de la fiebre amarilla también, que por suerte
la tenían dada. Entrar en La Paz exigió la misma pericia y paciencia que en Lima, mucho tráfico
muy desordenado y la falta total de respeto hacia motos.

Las malas noticias con la 800 seguían, volvió a fallar la batería. Las 1200 acusaron problemas de temperaturas por el tráfico intenso, pero con una parada rápida lo pudimos solucionar. Por suerte un taller nos esperaba, así que mientras empezaban a atender a la moto de El Primo y a Gertru, fuimos a buscar el amortiguador trasero al lugar donde me lo habían dejado.

Las tres bebas mirando al Titicaca

Al volver al taller nos informaron que el problema de la 800 no venía por el lado de la batería sino
que era un problema de alternador o del regulador de tensión, pero no estaban seguros de cual de
ambos y para diagnosticarlo tenían que cambiar el alternador -por ser una unidad sellada-.

Luego de unas charlas con su mecánico en Buenos Aires, El Primo decidió seguir así como estaba, ya que su moto se apagaba cuando el regulador de tensión no podía refrigerarse, es decir, en el tráfico. Con las motos puestas a punto y con el service recién hecho conocimos la famosa ruta de la muerte, que puede hacerse en subida o en bajada. Elegimos la primera, ya que es más fácil al tener mayor control de la moto y no tener que estar frenando constantemente. No tuvimos mayores dificultades en el camino, aunque los vacíos estaban a la orden del día y es claramente más fácil recorrerlos en moto que camión o en colectivo.

Volviendo hacia La Paz tuvimos nuestro pequeño primer problema de nafta, a los extranjeros la cobran más cara que a los locales, al estar subsidiada, regla que no conocíamos pero a la cual nos tuvimos que
amoldar.

En el camino a Uyuni volvimos a toparnos con el mismo problema, nafta más cara, pero como
ya conocíamos como era la reglamentación no tuvimos problema. A pesar de lo que cree
mucha gente, en ninguna estación de servicio nos negaron cargar, solamente lo hicieron a un
mayor precio.

En Uyuni nos encontramos con una gran cantidad de motociclistas de todos lados. Rusos, ingleses y hasta un argentino que había cruzado todo el salar solo y al haber tenido un accidente en la mitad del salar había tenido que acampar ahí mismo y seguir al dia siguiente. El salar es algo que también vale la pena conocer. Su inmensidad te devora.

La inmensidad del salar del Uyuni te devora

Por los problemas en la 800 decidimos no arriesgar y sacar unas fotos en el salar pero no recorrerlo
entero. Después de casi 3 semanas de rodar juntos, nos despedimos de la pareja de colombianos y de
Lolita, quienes iban hacia Santa Cruz de la Sierra. Con el primo apuntamos hacia Chile, con 200
kilómetros de ripio y unas rutas muy lindas hasta llegar a la frontera.

CHILE

Apenas uno entra en Chile comenzó la ruta asfaltada, algo que agradecimos después de casi morder el polvo alguna que otra vez en Bolivia. El día que entramos en el país trasandino fue el anterior a que la selección de futbol jugara su último partido de las eliminatorias ante Ecuador, por lo que nos comimos más de una cargadita de parte de los oficiales de aduana chilenos.

A Calama no hubiéramos llegado si no hubiera sido por el bidón de nafta que llevamos por todo el viaje, ya que desde Uyuni hasta Calama son más de 400km. No podía ser de otra manera, a Calama llegamos de noche, frenando en una estación de servicio para comer y reservar un lugar para dormir. Aprovechando que estábamos en una ciudad grande, El Primo compró un arrancador de batería por las dudas que su moto le fallara nuevamente.

Tuvimos un paso fugaz por San Pedro de Atacama y la cordillera de sal, para llegar al Paso de Jama. Después de unas fotos al borde de la ruta, y algunos problemas con la 800 que fueron solucionados por unos compañeros moteros de Reconquista, Sta Fe, seguimos adelante.

ARGENTINA

Reabastecimos en Jama y seguimos, con la moto de El Primo pidiendo perdón por cada kilometro que pasaba. Decidimos que lo mejor era apuntar lo más rápido posible para Buenos Aires, antes que la 800 dijera basta. Nos cayó la noche antes de la Cuesta de Lipán, donde empezó a rendirse, apagando toda la electrónica, dejándolo sin luces delanteras y sin ABS, que no te das cuenta que está hasta que lo necesitas. Y pasó.

Volviendo a Argentina por el paso de Jama. El final del viaje estaba más cerca.

Al no tener luces delanteras venia pegado a mi moto, y en la Cuesta aparecen partes de ripio sin aviso previo, teniendo que frenar en forma bastante brusca y El Primo también, pero acostumbrado al ABS, clavo los frenos y se le fue completamente de costado la moto, salvándose de milagro porque una de las valijas laterales tocó el piso y lo acomodó.

Terminamos llegando a Purmamarca a las 20.30, hora que empezaba el partido de la selección, así que nos metimos en el primer lugar que vimos una tele. El partido terminó 3-1, Argentina clasificada y Chile afuera -por combinación de resultados-. Nos dieron muchas ganas de volver a charlar con los oficiales de aduana chilenos que se habían reído tanto un día atrás. Unas empanaditas no vinieron mal para levantar el alma.

Al día siguiente el primo llevó a cargar la batería y pudimos conocer el cerro de los siete colores. De ahí partimos hacia Rosario de la Frontera para volver a cargar la batería y aprovechar para comer un gran asado después de varios meses de abstinencia.

Con la batería repleta y los ánimos arriba gracias al gran asado de la noche anterior, arrancamos para Vera y Pintado, a 800kilometros de nuestro punto de partida y a 650 de Buenos Aires. El día no era el ideal para hacer kilómetros. Fue, aparentemente, el único día frío y con lluvia en Santiago del Estero en los últimos años. Llegando a nuestro destino del día, la 800 volvió a fallar. Tras unos empujones, pudimos hacer los 40 kilómetros que nos faltaban para llegar al destino debajo de la lluvia. Por suerte, para levantar ánimos, mi papa nos esperaba con un asadito, como corresponde.

ÚLTIMO DÍA

Me desperté temprano y le lleve la batería de El Primo a un taller para que se la cargaran mientras el dormía, tanto asado en poco tiempo le había pasado factura. A las 2 de la tarde salimos hacia Buenos Aires, con solo 650 kilómetros por recorrer. Una pequeña lluvia nos recibió apenas arrancamos, pero rápidamente se fue y apareció el sol ¡Tenía que ser un buen día de moto!

Ovbiamente nuestro pedido no fue atendido como esperábamos y, faltando 62 kilómetros para Rosario, la 800 apago las luces y el tablero, y dos kilómetros más tarde la moto se apagó totalmente. Después de ver qué hacer, y con el Ok del mecánico, cambiamos las baterías. Pero lo mismo se repitió faltando 150
kilómetros para Buenos Aires, donde nuestras familias nos esperaban ansiosas.

Volvimos a cambiar la batería, pero la solución duró la mitad del trayecto restante, a 75 kilómetros de nuestras casas. La distancia recorrida era cada vez más corta, y El Primo dijo basta. Entre lágrimas nos dimos un abrazo interminable y resignado llamó a la grúa para que lo lleve hasta su casa.

Esperamos a la grúa y cargamos a Mimi en ella, y así, faltando solo 75 kilómetros para
terminar, el viaje había terminado para El Primo. Sin más remedio se subió a la grúa mientras yo los escoltaba. Fueron los kilómetros más largos del viaje. Bajamos la 800 de la grúa -ya
siendo pasada la media noche, para no perder la costumbre- y nos dimos nuevamente otro abrazo de fin de viaje. No nos queríamos separar después de tantas cosas vividas, pero todo tiene un final.

REFLEXIONES

No importa qué moto tengas, no va a haber mejor moto que la que tenés ahora para salir de viaje. Si esperás a tener esa moto que soñás, no vas a arrancar nunca tu viaje. Todas las motos tienen puntos positivos y negativos, y el mayor punto positivo de tu moto es que la tenés ahora, que es tuya.

La parte más difícil de hacer un viaje así es, como leí en un libro, salir. Siempre va a haber una excusa para no hacerlo y, si lo seguís postergando, nunca lo vas a hacer. Cuando la frustración de no haber podido terminar el viaje ambos arriba de su moto fue pasando, pude ver que fueron solo 75 kilómetros dentro de un viaje de 20.000km -25.000 para El Primo-, así que ¡ARRIBA PRIMO!, que el árbol no te tape el bosque.

AGRADECIMIENTOS

A los amigos de Motoblog por la posibilidad de compartir la historia con ustedes. A Cordasco -Charly- por la asistencia mecánica. Al grupo de BMW por el apoyo moral. A mi familia por estar siempre. A El Primo por el tremendo viaje que compartimos. Al Negro y al Jota por recibirnos en sus casas.

47 respuestas

  1. Coincido en que la mejor moto es la que tenés, conocí 2 chicas que llegaron a Ushuaia en una Suzuki 150 tipo custom que acá no se vende, también otro colombiano que llegó con una AX100 y uno que llegó con un ciclomotor….
    Se calcula que durante el verano entran a Ushuaia unos 2500 motociclistas, de los cuales el 75 % son extranjeros.
    40 % BMW, 40 % Triumph, el resto se reparten entre Suzuki, Honda y Kawasaki.
    La mayoría brasileños, pero vienen de todo el mundo.
    También conozco 3 fueguinos que unieron Ushuaia con Alaska, uno fué sólo en una Triumph Tiger 800 Xc, los otros 2 fueron juntos en una BMW 1200 y una Suzuki V Strom 650.
    Tengo taller, la marca con más fallas es la BMW.

  2. Como me gustan estas historias!

    Felicitaciones a ambos por tremendo viaje!

    Es cierto que lo mas complicado es salir, siempre falta guita, dias libres, etc…

    Pregunta para los muchachos, se puede estimar de cuanta guita es mas o menos necesaria

    1. Gracias !
      El tema de la plata la verdad es muy variable
      Pero tenes que separarlo en categorias
      P ej:
      – nafta: cuantos km vas a hacer y cuanto te sale el promedio por km (hoy en dia a mi la cuenta me da un poco mas de un peso por km, 1.5 aprox)
      – dormir: depende de vos donde quieras dormir. Podes dormir en carpa o en hostels o en hoteles obviamente.
      – comer: si te gusta entrarle como a nosotros te va a salir mas caro jaja
      – moto: vas a tener que hacerle algo a la moto?

  3. Felicitaciones muchachos! Estoy planeando algo parecido hace un tiempo. Lo había dibujado al revés, o sea subiendo por el oeste y bajando por Brasil. Quería a toda costa evitar pasar por Venezuela por razones obvias. Me interesó la parte que hicieron volar las motos. Me podrían informar por donde lo hicieron y una idea del costó. Gracias.

    1. Gracias!
      Si, nosotros evitamos Venezuela por eso mismo
      Hay empresas aéreas que lo hacen, despues me fijo bien el nombre de la que tomamos nosotros. El costo varía si vas de Bogotá hacia Letizia o la inversa, pero nosotros pagamos 0,65 dolares por kilo.

  4. Espectacular el viaje, la verdad que muy afortunados los tipos estos de disponer de esa cantidad de tiempo libre para poder hacerlo.

    Tengo una duda, el cuero de oveja, sobre el asiento, tiene alguna función especifica? para que le ponen eso?

  5. Muy linda experiencia! La verdad que me sorprende (o no tanto) la falta de confiabilidad de las BMW… Viajo seguido al sur y veo a muchos brasileros con estas motos rotas o descompuestas. Es un tema de origen? Mala calidad? Muy caminadas?Saludos y felicitaciones

    1. gracias!
      la verdad es que no sabria que decirte, el problema de las 800 con la bomba de combustible si era un problema de origen, los primeros 2/3 años de produccion salieron asi. El primo ahora le cambio la bomba. Generalmente la gente le pone la bomba de un gol o un corsa, que son claramente mas baratas y funcionan mejor
      creo que el tema del alternador le puede pasar a cualquiera, cuando llego, se lo saco y lo mando a arreglar (no era una unidad sellada al final), por 500 pesos lo arreglo
      y el tema de la suspension me dijeron que podria haber sido por 3 cosas: mucho peso, la altura lo puede haber roto o haber agarrado un pozo grande yendo rapido (y por los lugares que anduvimos y las cosas que hicimos podria haber sido cualquiera de las 3 realmente)
      siempre se habla de las honda (o las japonesas en gral) como mejores motos, y puede ser que sea cierto, pero la verdad es que estoy FELIZ con esta moto, mas alla de los problemas que tuve

      1. claramente los repuestos son mas caros, igual que si se te rompe algo en una ducati, en una ktm o cualquier moto cara
        no creo que no tengan la confiabilidad necesaria, son cosas que pasan en un viaje. La gente viene viajando en BMW hace bastante y lo siguen haciendo
        en la altura la gran mayoria de las motos a carburador no arranca, hay que sacar el filtro de aire, etc, por eso dije, cada moto tiene lo positivo y negativo
        es como en los autos, antes cualquiera que supiera algo basico de mecanica podia arreglar su auto, era todo mecanico. Hoy en dia necesitas una PC para arreglar el auto

  6. todas las motos modernas y grandes dependen de mucha electrónica , pero decir que la moto para viaje mas vendida del mundo es poco confiable ,, no se la relacion de cantidad de Bmw con otras marcas , pero las alemanas son mayoria

  7. Hacer estadísticas con un solo caso no sirve de nada, se necesitan mas 600 casos por marca para tener una tendencia creíble.
    Internacionalmente dicen los medios especializados que Yamaha es la mas fiable de todas, seguida de cerca por Kawasaki, pero las otras marcas estarán muy lejos? yo creo que no. Todas pueden tener alguna ñaña , pero raramente te va a dejar tirado y volviendo en avión
    Saludos

  8. Humilde opinión de alguien cansado de hacer kilometros y viajes largos con distintas marcas. Como dice el dicho en la cancha se ven los pingos, y todas sin excepción tienen algún problema. Desde hace un tiempo me quedo con BMW, nunca me dejo tirado, siempre la arregle con poco, el tema es hacer los servicios cuando corresponde y cuando algo empieza a molestar cambiarlo. El precio de los repuestos es cierto… son caros, pero también lo es la moto así que quien quiera celeste… otra cosa es viajar solo y otra viajar con pasajero las 2 maletas llenas y el top case igual, con los liquidos y todo el equipaje llega a 500 kgs. No hay muchas motos que se banquen miles de kilometros en caminos dificiles y con ese peso encima.

  9. Me lei toda la nota de una!. Expectacular viaje y sana envidia.
    Ya llegara mi turno para un viaje largo, pero estimo que empezare por el sur Argentino para ir sumando confianza.
    Felicitaciones!. Lo mas dificil es dar el primer paso!.

Deja un comentario

Continuar leyendo

Artículos relacionados